¿Y después del 8 de marzo, qué sigue?

Tras la manifestación de fuerza del movimiento feminista el pasado 8 de marzo en el Primer Paro Internacional Feminista, nos preguntamos qué sigue. Y al volver a la realidad cotidiana en México y otros países de Latinoamérica, las cosas no han cambiado, siguen desapareciendo mujeres y niñas, siguen las cifras sostenidas y en aumento del feminicidio, sigue el acoso sexual en las calles, el desplazamiento forzado interno, el secuestro, el peligro para las periodistas, para las defensoras y siguen los altos grados de impunidad.

El manifiesto consensuado por cientos de mujeres y respaldado por miles en las marchas del pasado jueves 8 de marzo, incluye medidas concretas que suponen una enmienda a la totalidad de políticas públicas y de justicia para poner la vida de las mujeres en el centro.

Sin embargo, lo más urgentes son las violencias. Es, de hecho, el grito de “ni una menos, vivas nos queremos” que lanzaron las feministas argentinas en 2017, el que ha prendido la mecha de la huelga feminista que las organizadoras consideran un éxito.

Y son las violencias machistas uno de los ejes que recoge una serie de propuestas. Muchas de éstas podrían entrar en vigor este año si se da cumplimiento a las medidas que recoge el “Pacto de Estado Contra la Violencia de Género” aprobado a finales del año pasado en España, lo que no ocurrirá en los países donde tendremos elecciones en 2018.

Estas son algunas de las propuestas concretas que plantea el movimiento feminista, y las medidas concretas que podrían ponerse en marcha si hubiera voluntad política y se destinara un presupuesto para ello.

  • Recoger todas las violencias machistas, y no solo la que se produce en pareja.
  • Que se considere la violencia machista como una cuestión que atañe a toda la sociedad, que tiene su raíz en un sistema patriarcal que organiza nuestras relaciones sociales, lo que implica “que se tengan en cuenta las diferentes causas y se visibilicen los distintos niveles y dimensiones de las violencias”.
  • Ampliar la definición de violencia machista para abarcar a todas aquellas violencias que sufrimos por el hecho de ser mujeres, un planteamiento que ha salido a debate repetidamente desde la aprobación y ratificación de la Convención para la Prevención Sanción y Erradicación de la Violencia contra la Mujer o Convención de Belem do Pará, que ciñe su objeto de actuación a “la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”.
  • Educar contra las masculinidades violentas. Promover una educación afectivo- sexual que eduque a los niños contra unas masculinidades violentas, posesivas, dominantes, y a las niñas para desarrollar su individualidad y salir del marco del amor romántico.
  • La obligación legal de obtener y presentar datos estadísticos detallados y secuenciados sobre todas las formas de violencia contra las mujeres.
  • Reforzar y ampliar en materia de Educación, los valores igualitarios y la educación afectivo-sexual obligatoria en todos los niveles educativos, fomentando que los mismos se aborden de forma integral.
  • Diseñar programas de prevención, detección y protocolos especializados o actualizar los existentes en atención y actuación, adaptándolos a las especificidades de las diferentes violencias sexuales.
  • Mejorar la protección a mujeres migrantes. El manifiesto también pide que a las mujeres migrantes en situación irregular se les garantice la seguridad jurídica y protección cuando se denuncia una violencia sexual, lo que requiere modificar las leyes de migración sobre derechos y libertades de los extranjeros en nuestro país y su integración social, para mejorar la protección a las víctimas de todas las formas de violencia de género evitando los procedimientos sancionadores por estancia irregular.
  • Atender la diversidad de las víctimas de violencia de género. Una de las motivaciones de la huelga feminista es “que todas las mujeres, sin discriminación de ningún tipo, tengamos derechos y justicia social”. La huelga feminista se convocó, para que en todas las acciones contra las violencias machistas se tenga en cuenta la diversidad de circunstancias y condiciones de las mujeres y la intersección de opresiones que vivimos.
  • Ampliar y profundizar la formación especializada que reciben los y las profesionales de la Administración de Justicia, y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en materia de prevención de la violencia de género y en materia de trata, llevando estos contenidos también a los jueces y juezas de familia y de menores, además la conformación de juzgados especializados en violencia de género”.
  • Sensibilizar a los profesionales de los medios, para que se hagan cargo del impacto que tienen en la opinión pública “para que los medios de comunicación traten los temas de violencias machistas con rigurosidad, tratando a las mujeres y sus derechos como sujetos, no victimizando ni empatizando con el agresor”.
  • Impulsar medidas contra la trata y la explotación sexual, logrando que se persiga de forma eficaz la trata con fines de explotación sexual, pero, sobre todo, se otorgue la protección que nuestra regulación en teoría contempla a las mujeres que se encuentran en esa situación, dejando de poner por delante la “lucha contra la inmigración irregular” en lugar de la protección de los Derechos Humanos de las mujeres, promover la eliminación de publicidad de contenido sexual o servicios y programas de protección social y recuperación integral de las víctimas, entre otras.
  • Reconocer el fenómeno del desplazamiento interno forzado de mujeres por la presencia de la delincuencia organizada y diseñar e impulsar políticas públicas que reduzcan su victimización y les facilite su reincorporación a la sociedad, su reubicación nacional e internacional.
  • Garantizar a las mujeres y las niñas indígenas y a las que viven en el campo y la ciudad en condiciones de exclusión social, oportunidades de vida digna, educación, vivienda, salud, vivienda, derecho a la propiedad y trabajar para poder remontar sus condiciones de exclusión social.

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Y como estas hay muchas necesidades y propuestas más, que ahora que está por concluir el sexenio, nos damos cuenta que ha sido un sexenio gris para las mujeres y sus necesidades.

Teresa C. Ulloa Ziáurriz
*Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés).
Twitter: @CATWLACDIR
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