La congruencia en la defensa de los derechos humanos

“Hasta que no haya sido puesto en libertad el último preso de conciencia, hasta que no haya sido cerrada la última cámara de tortura, hasta que no se haya hecho realidad para las personas del mundo la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, no habremos hecho nuestro trabajo.”

Peter Benenson, fundador de Amnistía Internacional

Con sorpresa recibimos mediante redes sociales el llamado del ex presidente estadounidense Jimmy Carter, a través de la plataforma Change.org, para solicitar a Amnistía Internacional (AI) no ubicarse del lado de proxenetas y traficantes y abstenerse de asumir una postura a favor de legalizar la prostitución a nivel global.

Como sabemos, Carter recibió el Premio Nobel de la Paz en 2002 por su trabajo para encontrar soluciones pacíficas a conflictos internacionales, promover la democracia, los derechos humanos y el desarrollo económico y social a través del Centro Carter.

Además, es conocida su postura en torno a los derechos humanos de las mujeres, al grado de haber terminado su relación con la Convención Bautista del Sur, luego de que sus líderes decidieron que las mujeres debían desempeñar un papel subordinado en sus iglesias.

Al respecto, Carter señaló que la creencia de que las mujeres deben ser subyugadas a los deseos de los hombres es una excusa para el ejercicio de la esclavitud, la violencia, la prostitución forzada, la mutilación genital, así como las leyes nacionales que omiten la violación como delito.

Este y otros antecedentes acompañan a Carter en el exhorto hacia Amnistía Internacional para que considere con sumo cuidado los problemas que se desprenden de la legalización de la prostitución. Sobre el tema, en 2014 dirigió una carta abierta al secretario general de AI, Salil Shelty, instando al rechazo de una posible propuesta de legalización.

Por la importancia y trayectoria de Amnistía Internacional en la defensa de los derechos humanos y los instrumentos que los protegen, no creemos posible que adopte ni defienda una política contraria a los tratados internacionales que los protegen, sobre todo si observamos los distintos modos en que ha defendido los derechos humanos de las mujeres alrededor del mundo.

Como breves ejemplos mencionamos su oposición a la reforma aprobada por el Congreso de República Dominicana sobre la penalización total del aborto; o la acción global que el pasado 16 de octubre tuvo como tema “¿Qué significa ser desigual?”, con énfasis en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, entre muchas otras causas.
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En abril pasado, Amnistía Internacional abrió un espacio dentro de su portal electrónico titulado: “Juego de tronos versus la vida real: cinco formas en que la realidad supera la ficción”, donde afirmaba que, aun cuando dicha serie “escandaliza a los espectadores y genera controversia con sus vívidas escenas de violencia, especialmente contra las mujeres”, existen situaciones en la realidad que la superan, como la esclavitud sexual o los matrimonios forzados, entre otras.

Incluso, previo a que la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU se dispusiera a examinar el progreso de la Declaración de Beijing, Amnistía Internacional advirtió que: “En todo el mundo, las mujeres continúan sufriendo discriminación, falta del acceso en condiciones de igualdad a la participación en la vida pública y política, y abusos y violencia sexual y de género en los espacios públicos y en el ámbito familiar…”

Tanto Jimmy Carter como Amnistía Internacional han demostrado abierto interés en la defensa de los derechos humanos de las mujeres.

La trata, y particularmente la que se da con propósitos de explotación sexual y otras formas de esclavitud sexual, contravienen diversos tratados internacionales como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), su Recomendación General número 19; el Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena (1949); el Protocolo de Palermo, la Convención de Belem Do Pará y la Convención por los Derechos de la Niñez, entre otros. Todos ellos defendidos en distintos momentos por AI.

Finalmente, no debemos perder de vista lo fundamental. La trata tiene una relación directa con el mercado global del sexo, donde la demanda alimenta la oferta. Se estima que los beneficios obtenidos a través de la trata sólo por las distintas modalidades de explotación sexual alcanzan la cifra de 27 mil 800 millones de dólares. ¿De dónde vine ese dinero? De los compradores, como en cualquier otro negocio. Por ello, la prostitución y la trata están intrínsecamente relacionadas.

Por desgracia, el hecho de ser una organización no gubernamental de defensa de los derechos humanos no significa necesariamente defender los derechos humanos de las mujeres o hacerlo desde la perspectiva de género, y ejemplos sobran. Sin embargo, y, por su trayectoria, seguramente Amnistía Internacional se mantendrá del lado de la dignidad y los derechos humanos de las mujeres, y no de los tratantes y proxenetas.

Teresa Ulloa Ziáurriz
Twitter: @CATWLACDIR
Directora de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, (CATWLAC, por sus siglas en inglés).

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